Una de las mayores señales de la falta de productividad de un equipo es el incumplimiento de los tiempos de entrega. Las demoras en el envío de un producto, o en responder a la queja de un cliente, tienen un impacto directo en los resultados, y también en la motivación y en la relación entre los empleados.
¿Están aumentando las quejas de tus consumidores porque no reciben sus compras en la fecha acordada? ¿Hay proyectos que podrían finalizarse en dos semanas y toman tres meses? ¿Hay un mayor nivel de estrés y ansiedad en el lugar de trabajo? ¿Queda espacio para la creatividad y la innovación?
Ten en cuenta además que para una empresa en crecimiento, el problema de no respetar los deadlines es que se quiebra uno de sus pilares más importantes: la confiabilidad. Y como líder de tu negocio, es importante que estés atento a las señales de alerta y que actúes. Aquí te decimos cómo.
1. Establece prioridades
No se trata solo de planificar, sino de poner en primer lugar las tareas urgentes y, sobre todo, las que va a tener un impacto importante en los resultados del negocio. Sobre la base de un análisis de los pendientes, trabaja con cada equipo en un plan de trabajo bien enfocado y un flujo realista de entregas. Y designa a un responsable para que te informe sobre los avances.
2. Comunica cuáles serían las consecuencias de no cumplir con lo pactado
En general, los empleados no se comprometen con los deadlines porque sienten que, al final, “no es su problema”. Y esto tiene mucho que ver con la comunicación por parte de la dirección general o el dueño del negocio. ¿Qué sucedería en cambio comprometieras a tu equipo para lograr la mayor entrega del año, repartiendo bonos o alguna otra estrategia de reconocimiento por su esfuerzo?
3. Adelántate a los problemas
Aunque hayas designado a un responsable por proyecto, es fundamental que estés al tanto de los avances y, sobre todo, de si hay problemas que podrían complicar una entrega. Como líder, es tu responsabilidad proporcionar al equipo toda la información, las herramientas o las facilidades que necesitan para hacer bien su trabajo. No te conviertas en parte de las excusas.
4. No agregues trabajo innecesario
Permite que tu equipo se enfoque en las prioridades y, a menos que se trate de algo importante, no le asignes más tareas. Sé realista en cuanto a la cantidad de proyectos que se pueden manejar a la vez, o el tiempo que se necesita para trabajar con calma, foco, creatividad y compromiso.
5. Sé un motivador
No se trata solo de acompañar y monitorear al equipo, sino de alentarlo. A veces, los pequeños gestos bastan. ¿Tus empleados tienen que trabajar hasta la madrugada para terminar con una presentación importante? Paga los taxis que hagan falta para que puedan llegar a su casa en forma más cómoda y segura. ¿No pudieron tomarse el tiempo para comer? Pide unas pizzas para que puedan terminar la jornada más relajados y festejar el logro en equipo.
6. Da visibilidad a los avances
Para motivarse, una persona no solo necesita enfocarse en el objetivo final, sino en lo que ya logró. Coloca en el lugar de trabajo un pizarrón (grande y visible) con un diagrama de cada etapa del proyecto, y en qué punto se encuentra el equipo. Cuando se llegue a tiempo a un punto importante, reconócelo. Una visita del jefe a la fábrica u oficina, unas palabras, y un aplauso en conjunto es más motivador de lo que te imaginas.
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