“Si al franquear una montaña en la dirección de una estrella, el viajero se deja absorber demasiado por los problemas de la escalada, se arriesga a olvidar cuál es la estrella que lo guía”, escribió alguna vez Antoine de Saint-Exupéry, autor de El Principito.
Esta frase parece escrita a medida para los emprendedores, quienes en medio de las dificultades típicas de la operación de un negocio pueden olvidar su misión y su propósito; terminando sin el entusiasmo del inicio y agobiados por los problemas.
Como explican los expertos en desarrollo personal: hay personas que tienen una mirada optimista y a la vez realista sobre lo que viven cada día; pero hay otras que, por el contrario, se enfocan en lo negativo y consideran cualquier incidente, por pequeño que sea, como “catastrófico”. En consecuencia viven preocupadas, agobiadas y tristes, incluso si tienen trabajo, salud, una familia amorosa y amigos.
Las consecuencias de lo que el psicólogo español Rafael Santandreu llama “terribilitis” son los sentimientos permanentes de angustia y soledad, el malestar emocional y físico, es una sensación de agobio permanente. En los casos más graves las personas caen en la depresión y son incapaces de resolver problema alguno, por pequeño que sea. Al frente de un negocio las consecuencias pueden ser terribles.
¿La razón? Un mal entrenamiento emocional, típico de aquellas personas que han sido criadas “entre algodones” o que han sido educadas con un alto nivel de exigencia y sin margen para el error; por lo que viven dominadas por los pensamientos negativos y las fantasías catastróficas.
“Si no me contesta el mensaje en los próximos 10 minutos perderé a ese cliente”, “El precio de los nuevos productos son demasiado altos, nadie los va a comprar” o “Mi socio está actuando raro, seguramente quiere abandonar la empresa”, son algunos ejemplos de ese tipo de ideas que se repiten todos los días.
Si te sientes identificado con este estilo de pensamiento, no sumes una nueva preocupación a tu cabeza. ¿Sabías que, según los expertos en salud mental, cualquier ser humano atraviesa unas 20,000 pequeñas dificultades o incidentes en su vida? Desde perder las llaves de la casa o el celular hasta un choque leve con el auto, el olvido de una cita importante o un malentendido en el trabajo. Son sucesos inevitables, y al final lo único que queda es prepararse internamente para mantener el equilibrio emocional y gestionar mejor el día a día. Para lograrlo, estos son los cuatro consejos que debes de poner en práctica.
#1. Practica tu capacidad de aceptación
Una de las grandes lecciones de la vida adulta es que no podemos controlarlo todo. Vivir en tensión permanente frente a lo inesperado, solo puede empeorar las cosas. Porque como dice el refrán, “lo que resistes, persiste”. La meditación y los ejercicios de respiración consciente pueden ayudarte mucho en este camino, además de las lecturas y, si es necesario, el apoyo de un terapeuta emocional. Piensa además en todos los problemas que fuiste capaz de solucionar en el pasado, así como en los conocimientos, experiencias y recursos con los que cuentas ahora.
#2. Empieza a hablar de “desafíos”, no de problemas
Recuerda siempre que un problema en realidad no es un problema si puede resolverse. Entonces, es un error fatal clasificar como una catástrofe a todo lo que no sale como esperabas. Así que respira hondo, toma perspectiva y piensa si un incidente (por ejemplo, que te hayas olvidado de pagar el recibo del celular y te llegue un aviso de próxima suspensión del servicio) puede ser resuelto no solo fácilmente, sino también rápidamente. Los desafíos o “asuntos por resolver”, incluso la mala actitud de un colaborador, no merecen que desperdicies tu día con enojo y frustración.
#3. No te dejes ganar por las falsas expectativas
No se trata de no entusiasmarse ante el llamado de un potencial cliente o de la posibilidad de abrir una nueva tienda. Pero si de entrada nos enganchamos con ideas que están muy alejadas de la realidad, nos desanimaremos pronto, y hasta podríamos dudar de nuestra verdadera capacidad para seguir adelante. Enfócate con fe y optimismo en las tareas cotidianas y celebra los logros diarios, por mínimos que sean.
#4. Sé resolutivo
Ser optimista no es lo mismo que adoptar un pensamiento mágico, convencerse de que con una buena actitud resolveremos cualquier problema. Los problemas o “asuntos por resolver” necesitan acciones concretas para que podamos sacarlos de nuestra cabeza y pasar al siguiente capítulo. Libros como Organízate con eficacia, de David Allen, pueden ayudarte a clasificar mejor los pendientes para diseñar una rutina de trabajo que te permita resolverlos con practicidad e inteligencia. El secreto está en saber priorizar, en cómo no perder el tiempo y mantener una rutina productiva.
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