¿Por qué ser perfeccionista es un problema para hacer negocios?

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perfeccionismo en el emprendedor

Los medios y las redes sociales han impuesto la idea de la perfección en todos los ámbitos de la vida: el aspecto físico, el desempeño laboral, o la vida familiar y de pareja son retratados con imágenes idealizadas. Todo parece alcanzable con esfuerzo y motivación… pero está lejos de la realidad el 90% de las personas.

El problema del perfeccionismo es que es visto como una virtud. Y es cierto que tiene algunas ventajas, como las ganas de hacer bien las cosas, o la calidad del trabajo. Pero no podemos ignorar su lado más oscuro, como los permanentes sentimientos de frustración, la incapacidad de disfrutar de los logros y una baja productividad. Y los emprendedores no quedan afuera de este fenómeno.

Seguramente conoces a algún perfeccionista, o te sientes identificado con algunas de sus características más importantes. Cómo tu propio jefe, es importante que aprendas a identificarlas, y que trabajes en ellas para evitar que terminen afectando tu día a día en la operación de la empresa.

Luces rojas

¿Cuáles son las señales de alarma? Por ejemplo, una ansiedad desmedida ante la inminencia de una presentación ante un cliente, y pasar horas revisando los archivos. Planear en excesos y posponer el arranque de un proyecto en forma indefinida. No ser capaz de cumplir con los plazos de entrega de una propuesta comercial, un producto o servicio. Sentir todo el tiempo que no somos lo suficientemente buenos.

El perfeccionismo suele tener muchas causas, pero una de las principales es un bajo nivel de autoestima. Porque entonces, el estado de ánimo siempre dependerá del logro de algún resultado. Es el caso, por ejemplo, de niños criados por padres muy exigentes, y que como adultos solo pueden sentirse amados cuando son exitosos.

¿Pero cómo combatir el perfeccionismo? Por supuesto, cuando las cosas empiezan a salirse de control siempre es mejor buscar la ayuda de un profesional. Pero si sientes que todavía estás a tiempo para modificar algunas conductas, seguramente estos consejos te serán de gran utilidad.

1. Líbrate del peso de la opinión ajena

Los perfeccionistas son personas inseguras, y sumamente susceptibles a las críticas y los señalamientos, aún de personas que ni siquiera conocen. En tiempos donde las agresiones en redes sociales son moneda corriente, esto puede ser demoledor. El primer paso es definir entonces cuáles son las dos o tres personas (no más) que por sus conocimientos y experiencia pueden aportar algo realmente valioso a tu empresa y actividad. Cuando tengas alguna duda, o te sientas desorientado, pídeles su opinión sincera y objetiva, aunque no sean formalmente tus mentores. Y olvídate del resto.

2. Recuerda: tu capacidad como emprendedor no depende de los resultados de tu último proyecto

Todos tenemos días buenos y malos. Y muchas veces, aunque demos lo mejor de nosotros, una idea puede no funcionar, o el cliente optar por la competencia. Vivir con la presión constante de que todo salga bien es paralizante, improductivo, y puede terminar afectando seriamente tu salud física, mental y emocional. Eres un ser humano, imperfecto, que busca superarse día a día, pero que está lejos de la figura del súper héroe que a veces creemos ser.

3. Antes de empezar a trabajar en algo, tómate el tiempo para analizar alcances y requerimientos

Hay una frase muy conocida que dice que “lo perfecto es enemigo de lo posible”. Y si, por ejemplo, tenemos una pastelería, no podemos pasar horas decorando el perfecto pastel de cumpleaños, y olvidarnos de preparar las galletas o el pan dulce que nos permiten cubrir los gastos fijos del local. Por cada proyecto, identifica los pasos de cada proceso, los tiempos de producción y cómo vas a medir la calidad.

Esto, por supuesto, está ligado al precio que vas a cobrar por tus productos y servicios. Porque el objetivo final debe ser la satisfacción del cliente, pero también la rentabilidad del negocio. Cuando dudes sobre hasta dónde llegar en tus esfuerzos, habla con tus socios o empleados de confianza, y pídeles una retroalimentación honesta.

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