Tener un negocio propio significa asumir un mayor grado de responsabilidad en comparación a cuando tenemos un empleo; pero no solo con los clientes o con los socios, sino también con los empleados y la familia. Por eso muchos emprendedores viven en un estado constante de preocupación, angustia y estrés.
¿Es normal? Sí. Por lo que no es aconsejable para la salud física y mental. Aunque la realidad es que en la empresa siempre habrá problemas por resolver, logros por alcanzar o errores a aceptar: vivirlos con un sentimiento de fracaso es la peor opción.
Permanecer en un estado de preocupación constante se agudiza con el fenómeno de las redes sociales. Empezamos a compararnos con los demás, su éxito, sus viajes, su felicidad que parece completa… Entonces, el esfuerzo que hacemos todos los días parece perder sentido, nos desanimamos y nos volvemos más improductivos.
¿Cuál es la salida? Retomar el camino de la acción y del control sobre nuestros objetivos de negocios y personales. Preocuparse menos para ocuparse más. Estas son las cinco frases que te ayudarán a lograrlo.
1. No puedo controlarlo todo
Esta es una realidad que nos cuesta aceptar; sobre todo al trabajar todo el tiempo con estrategias y planeaciones. Necesitamos mostrarnos seguros de nuestras decisiones. Si nos enfocamos en cómo reaccionamos ante las situaciones negativas y si somos capaces de verlas con objetividad evitaremos caer en una espiral de dramatismo. Para adquirir esta habilidad es muy recomendable meditar todos los días, aunque sea unos minutos.
2. Es mejor fluir con el ahora
¿Qué es el estrés? No es la sobrecarga de trabajo ni de obligaciones personales: es la permanente fluctuación de la mente entre el futuro y el pasado. Aparece cuando nos obsesionamos con un pronóstico incierto o cuando nos quedamos atascados en un fracaso del pasado. Entonces nos volvemos más impacientes, ansiosos e irritables. Además, el insomnio se vuelve más frecuente y al final nos enfermamos. Como enseñan los budistas: hay que fluir con el momento presente. Eso nos ayudará también a valorar y disfrutar las cosas buenas que nos pasan.
3. Soy mis experiencias, no mis fracasos
Cuando un proyecto se cae, cuando tenemos problemas con un empleado o cuando los resultados tardan demasiado en llegar solemos engancharnos con la palabra “fracaso”. Es un término amargo, desalentador y que encima asusta… No obstante, podemos reemplazarlo por “aprendizaje”. A veces el éxito de un empresario no muestra todas las dificultades que tuvo que superar ni su capacidad de seguir adelante en los momentos complicados. Recuerda: no se aprende nada en un primer intento, a veces ni siquiera en el segundo. La mejor actitud que puede tener un emprendedor es ser un eterno aprendiz.
4. Lo que me alienta cada día es mi misión
¿Qué te mueve cada día? ¿Por qué decidiste emprender? ¿Para qué te esfuerzas? Esta misión tiene dos componentes: el personal y el que tiene que ver con el negocio. Por ende, no puede ser solo el hacer dinero. Reitérate todos los días —sobre todo en aquellos más difíciles— cuál es tu “por qué”, cuál es el impacto que quieres tener en la vida de otros; así como en la tuya y en la de tus seres queridos. De este modo nada será capaz de detenerte.
5. Hoy, como todos los días, me enfoco en perseverar
Concentrarse en avanzar hacia nuestros objetivos en cada jornada de trabajo —aunque en algunas ocasiones lo hagamos a pasos pequeños— es la mejor forma de calmar la mente. Confía en tus conocimientos, en tus habilidades y en todo lo que has logrado. Recuerda cómo saliste adelante en otros momentos difíciles. Toma decisiones. Persevera para acercarte a tus metas cada vez más.
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