Estamos entrando en una nueva era de nuestro planeta. ¡Y somos muy afortunados de ser parte de ella! Si te detienes solo unos minutos a observar lo que está pasando a tu alrededor, podrás detectar su señal más clara: un número creciente de personas, sobre todo entre las generaciones más jóvenes, que están buscando un propósito en sus vidas, más allá de lo económico y lo material.
Vivimos en una época de grandes ventajas, como el mayor acceso a la educación, a la salud y a la tecnología. Sin embargo, hay problemas que no hemos logrado superar, por ejemplo: los altos niveles de desigualdad y de violencia, los conflictos entre naciones, y el peligro siempre latente de terminar destruyendo nuestro planeta. No somos conscientes de que al final, lo que está bajo amenaza es nuestra propia existencia.
Los políticos y las grandes multinacionales siguen algo distraídos ante estos grandes desafíos. Muchos emprendedores y dueños de Pymes, en cambio, están asumiendo la oportunidad de modificar el rumbo que hemos tomado como sociedad. ¿Cómo?, a través de proyectos de responsabilidad social, o con impactos positivos en el medio ambiente. Pero sobre todo, a través de su propia transformación personal y como líderes.
Es que en las últimas décadas, el objetivo final de emprender se ha transformado sustancialmente. En los años ochenta la medida del éxito en los negocios era la ambición: ser avaro y codicioso era bien visto, mientras se alcanzara la riqueza. Hoy, los empresarios piensan cada vez más en resultados profundamente conectados con su misión y sus valores. Hoy, hacer negocios es también hacer el bien.
Las dos dimensiones del éxito
Estoy convencido de que los emprendedores y los pequeños y medianos empresarios podemos ser los grandes protagonistas en la trasformación del planeta. Después de todo, las Pymes generan más del 70% del Producto Interno Bruto (PIB) y más del 80% del empleo a nivel mundial. Pero cuidado, porque solo podremos asumir este papel si somos exitosos en todos los planos, es decir, tanto en lo empresarial como lo personal.
El mundo está lleno de grandes hombres de negocios, que han construido verdaderos imperios de la nada, que han transformado mercados… y sin embargo, tienen vidas personales muy precarias, que son profundamente desdichados. Además, en su camino hacia el “éxito” empresarial, han ido contra los intereses de miles de personas con tal de lograr el “objetivo último” de obtener riqueza.
El dinero por sí solo no es bueno ni malo: es solo un medio. El problema es cuando en nuestras compañías el dinero está en el centro de todo, cuando define desde nuestros modelos de negocios hasta nuestro estilo de liderazgo, y todo se justifica para obtenerlo. Así no solo no vamos a llegar muy lejos como empresarios, sino que vamos a convertirnos en personas infelices.
Enfocarte en el lado E de emprender es contectarte con tu dimensión espiritual, y poner a la persona en el centro de tu estrategia y tu actividad diaria. Y con esa “persona” me refiero a ti como dueño de la compañía, y también a tu familia, a tus colaboradores y sus familias, a los proveedores y a tus clientes.
Este cambio de perspectiva resulta vital para vivir una vida más plena, pero también para convertirnos en mejores empresarios y ser capaces de construir negocios que no solo tengan un impacto positivo en la sociedad, sino que sean rentables, generan empleo, transformen mercados y perduren en el tiempo.
¿Cómo lograrlo? Con un plan de éxito de 360 grados, con dos ejes rectores. El primero debe buscar elevar tu nivel de consciencia espiritual, a través de las herramientas que tú elijas. Hoy en día hay muchas opciones: desde practicar una religión y meditar hasta ir a talleres, leer libros y escuchar podcasts relacionados con el crecimiento personal.
El segundo eje te permitirá trabajar en la productividad y rentabilidad del negocio, a través de metodologías probadas para aprovechar al máximo tus conocimientos, experiencia y talento como emprendedor o empresario. ¿Cómo integrar estas dos perspectivas que en principio parecen tan diferentes? De este y otros temas hablaremos en las siguientes columnas. ¡Hasta la próxima!